Resiliencia creativa una metáfora de la educación
emocional
La educación
emocional es un proceso educativo, continuo y permanente, que busca potenciar
el desarrollo humano, desarrollando competencias emocionales que aumentan el
bienestar personal y social de los individuos.
La coyuntura mundial requiere personas emocionalmente inteligentes con
resiliencia creativa, capaces de afrontar el confinamiento por coronavirus-covid19-
que ha generado, aburrimiento, estrés, miedo y ansiedad.
Kintsugi: el arte de hacer bello y fuerte lo frágil
En la cultura nipa existe la
costumbre de reparar objetos rotos, embellecer la zona dañada rellanando las
grietas con oro. Creen que cuando algo ha
sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso.
La educación emocional busca embellecer
emocionalmente a los individuos a través de la prevención de consumo de drogas,
involucramiento en pandillas o cualquier actividad delictiva.
Empodera a los individuos ante amenazas emocionales
externas e internas. Promueve la reinvención de la persona hilando sus
historias de vida lastimada.
Los vínculos lastimados y el corazón maltrecho,
pueden repararse con los hilos dorados del amor, y volverse más fuertes.
La reinvención emocional evidencia la importancia de desarrollar la habilidad para regular las propias
emociones, prevenir los efectos de las emociones negativas y desarrollar la
habilidad para generar emociones positivas.
La resiliencia creativa es la capacidad para reconstruir
y gestionar las emociones de los individuos, quienes muestra respeto por los
sentimientos de los demás, capaces de manifestar y recibir amor. A la vez,
capaces de resurgir creativamente a pensar de las situaciones adversas.
En las orillas de los caminos o en las rocas siempre germina, crece y florece una planta, a pensar de las adversidades climáticas la planta presume su belleza.
Los individuos deben auto motivarse, florecerse en
cualquier lugar o circunstancias de la vida, mostrando una actitud positiva
ante la vida.
En las aulas los educadores juegan ese rol de formar a
individuos capaces de amar sin esperar nada a cambio. Buenos ciudadanos con
competencias sociales, capaces de liderar procesos para el bien común,
empatizando las realidades de sus comunidades.
Propiciando espacios donde los estudiantes manifiestan
e identifican sus emociones, capaces de escuchar a los demás, se ayudan
mutuamente ante cualquier adversidad.
Por ejemplo, el círculo de confianza, dónde los estudiantes
cuentan sus historias y los demás escuchan con atención activa, nadie juzga.
Otras ideas, son los abrazos de buenos días, de facilitaciones o de despedida;
en si los abrazos son reconstituyentes.
El postcovid19 es un reto para los educadores en reinventar
la historia de la sociedad, la familia y de las personas. Volver a la vida
social, con un abrazo, con un beso, con un bueno día, con un hola, es un reto
para la educación emocional. Volvernos
más fuertes emocionalmente ante las adversidades y las secuelas que dejará la
crisis mundial.
¿Cómo lidiar las emociones después de la tormenta? ¿Cómo
sanar las emociones dañadas? ¿Cómo educar a personas con inteligencia emocional?
¿Cómo reconstruir el tejido social después del covid19?
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